viernes, 9 de noviembre de 2012

La Cerveza y El Artista


Vi la cerveza y noté algo de música,
en el tono sepia y el olor ámbar,
la espuma y su subyacencia;
como semitonos.
Ajustados al espacio.

Y noté que faltaba algo,
un poco de licor,
para hacer de un hombre algo intrínseco,
mucho más receptivo;
más un artista.

No pude evitar recordar,
evocar malos momentos.
Me perdí en un aliento alcoholizado
mediante llanto silencioso.
Y volé en mi memoria...

Mediante un tono necromántico
recordé cuán bella es la muerte.
Sus regalos y complacencias,
¡Oh, qué generosidad!
Me deleité en la memoria.

Otoño. Marchitamiento.
Hojas que caen finalizando su ciclo.
Risas marcadas, embriaguez.
Violinistas desafinados tocando en un callejón.
Y yo llorando a carcajadas.

El péndulo de la vida,
moviéndose como reloj exacto,
desperdiciando segundos invaluables
que algún día desearemos volver a poseer.
Pero no ahora...

Qué fútiles y vanos
somos las personas,
admirando nuestra grandeza mientras alguien nos elogia.
Pero ínfimos seguimos, ciegos y amputados,
en el camino del destino
ante la senda de lo incierto.

La hora ha llegado
de rendir cuentas ante el Creador.
Beberé mi último trago
y romperé la copa de la vida.
Porque así ha de ser.

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